algunas inquietudes de hoy

22 agosto 2024

con el riesgo de caer en preocupaciones triviales y superficiales y ya vistas y habladas hasta la saciedad, estrujadas de sus jugos y sus grises y sus matices y contradicciones, esto es lo que me tiene en vilo este verano, entre otras cosas:

  • El carnet de conducir. Supongo que “todo es ponerse” y todo sea por no gastar aún más dinero. Me aficioné a hacer ganchillo y al curso intensivo teórico de YouTube de un agradable hombre pamplonico llamado Igor. Había un aparcamiento en mi ciudad donde todos los jóvenes que ahora se acercan a la treintena aprendieron a conducir antes siquiera de apuntarse a una autoescuela. Hoy, a veces cierran la entrada con bolardos de hormigón. Cuando está abierta, la policía se pasea como si fuese aquello el centro de la ciudad. Ya nadie va a conducir con su padre por allí, ahora se va a hacer otras cosas.
  • Puede que peque de pesadez y repetición, pero pasear por Madrid una noche de verano se siente atemporal, eterno y muy elegante; especialmente si es con chorros de helado cayéndote entre los dedos, rechazando a los relaciones públicas de los pubs y caminando hacia el punto en que debes coger el transporte público (ya no puedes caminar más). Ya has cenado pero sigue siendo de día, no hay madrileños, solo guiris: tú eres más madrileña que nunca. Lo mal que me sienta que haga este calor y no pueda pasear ni a esas horas… no podría describirlo.
  • La incertidumbre del futuro (risas): ¿es mi último verano como mantenida? Mis amigos comienzan a trabajar, yo me pongo fecha límite para hacerlo. Otros defienden esperar hasta que sea inevitable: si somos tan afortunados de no necesitarlo, ¿por qué autoexplotarnos ya? De pronto me recorre un ansia por planear mi futuro: me quiero ir de casa, mantenerme, aspirar a más, salir del cascarón del estudiante, hacer la compra y conducir (ver punto 1). También quiero graduarme definitivamente, estar satisfecha, no dudar de las decisiones que tomo, encaminarme hacia el futuro que deseo con 35 años. Me entra una risilla floja solo de pensarlo. ¿Acaso sé cuál es el futuro que deseo? La incertidumbre recorre las filas de mi grupo de amigos, nadie sabe qué hacer: los rebeldes que decidieron estudiar artes y humanidades se dan de bruces con Esa Realidad. Supongo que continuamos un año más… Aún/Ya es 1 de agosto.
  • Las redes sociales. Pues lo de siempre. Profundizar mucho es rizar el rizo. Ser percibida y autoconsciente, esa es la cuestión. Huir de Twitter y mejor también de Instagram.

Busco “mejores planes para hacer en Madrid en agosto” y veo que hay fiestas populares en el centro. Todos los años lo veo, ningún año las piso. Todo lo que ocurre este mes se siente un tiempo de transición, nada es definitivo, nada es importante, nada es imprescindible. Me gusta que sea el octavo mes y que se me olvide, porque nunca escribo fechas en agosto.

bienvenidas a esta (...)

16 agosto 2024

cuando me planteé volver a escribir, nunca me llegaba la inspiración. me atrevería a decir que, en realidad, ese ser divino que es la Inspiración me abandonó cuando tenía unos catorce años. ahí lo dejé todo: mis blogs literarios, mis posts de instagram largos y reflexivos, los concursos de relatos de mi barrio y las novelas de fantasía que escribía en el ordenador de mis padres. y mis tíos empezaron a preguntarme al tiempo “¿ya no escribes? ¿se te fue la inspiración?” y me prometieron que ya volvería. poco después dejaron de preguntar.

tras esto comencé una carrera a medio camino entre las humanidades y las ciencias sociales, en un terreno de nadie donde el título de “antropóloga” se me queda grande y donde parece que la única salida moralmente correcta es dedicarse a la academia, que es un mundo de grises morales en sí misma. leí muchos textos, discutí sobre qué es la antropología, sobre por qué la antropología, sobre quién en la antropología… y veremos si yo seré una de esas “quién”. el ser humano me ha enseñado tanto que a veces me abruma pensar que lo hemos resumido en cuatro años.

en estos años, seguí leyendo y solo escribí para la universidad. luego me pregunté si mis trabajos serían dignos de publicar en un blog personal, pero ninguno me convenció lo suficiente para hacerlo, y me dio miedo el detector de plagio con el que tanto amenazan. y descubrí a ‘the lumineers’ por una chica que nunca vi en persona pero con la que compartí un grupo de whatsapp de un colectivo feminista de madrid durante unos meses, y que se llamaba igual que yo. llevo muchos meses sin escucharles. últimamente escucho poca música pero mucho ruido. no porque en mi cabeza haya ruido, sino porque ahora escucho mucho los coches, los cláxons, los gritos, las puertas, también el viento, la lluvia, el silencio que no es silencio.

en mi último año de antropología, tomo muchas decisiones sobre a dónde quiero dirigirme. sólo sé esto: amor y literatura. leo mucho sobre la muerte y sobre el amor, leo a autoras españolas que no leí nunca y me gustan y me escuchan, ¿o, en realidad, yo las escucho a ellas? ahora estoy leyendo “entre visillos” y carmen martín gaite es una mujer que me hubiese gustado conocer. también a carmen laforet. y a maría zambrano. carmencarmencarmenmaría.

escribo porque es la única certeza que me ha acompañado siempre, y es reconfortante tener al menos una. aunque la Inspiración se marchó a los catorce, yo siempre he escrito y, a todos los efectos, no he dejado de hacerlo jamás.

bienvenidas a esta, mi casa, donde guiso, planto, leo y escribo.